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Foto: Asociación Crecer (Palomeras Sudoeste) |
«Todos
los aguijones dulces que salen de las manos,
todo ese afán de cerrar
párpados, de echar obscuridad o sueño,»
Vicente
Aleixandre
De
niño quería ser soldado,
como
otros hombres de la familia,
—
que disparaban los domingos a las palomas —
Capitán
Trueno, El Jabato,
hasta
que en una librería encontré
Espadas
como Labios.
Le
dije a mi padre que quería ser poeta
y
me dio una paliza,
—
un golpe en el labio, un golpe en la mejilla, un golpe
en
la nariz y sangre, y otra vez en el
labio,
—
al ritmo de quien golpea pelota con pala en el frontón,
—,
un golpe, labio, un golpe, mejilla, un golpe, nariz
y
miedo.
Mi
madre me llevó al baño y la sangre en la loza
escribió
los versos, — recuerdo el ritmo de los golpes,
con
el sonido alivio del agua corriendo,
con
el sabor a sal de lágrima y sangre,
como
un mar.
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