aplastando entre el barro la colilla
del último cigarro que ha fumado,
mirando el incierto azul que tanto amó
abrir el amanecer y sonríe elegante
- aún sin corbata –
cuando con la punta del zapato
(un zapato blanco como de sportman
o club de tenis o paseo pisando
la grava del parque o veraneo en Cadaqués)
lo aplasta contra la tierra cuya ausencia
le duele más que la propia vida que deja.
Entonces, tras mirar el cielo, sonreír
añorar y ventear el mar lejano,
pide descalzarse y con gesto cuidadoso,
pausado como caricia o cortés adiós
coloca a su derecha, junto al muro,
sus zapatos blancos
(esos zapatos de sportman en día de ejecución)
que quedan tan cerca de la colilla
aplastada y ahora dice
con una tristeza limpia, saboreando
las palabras como despedida o reencuentro,
descalzo para morir pisando tierra
catalana y sonríe de nuevo mas ahora
altivo y espera la descarga y antes aún
dice asesináis a un hombre honrado
(y lo fue con la honradez serena y callada
del tiempo antiguo de la dignidad)
y dice o grita entre disparos Visca
Catalunya Lliure y cuando cae
y nada dice y su cuerpo inerte reposa
en la tierra amada por libre, entonces
ahora, veo sus zapatos blancos
que permanecen en el foso del castillo
esos zapatos como de sportman o veraneo en Cadaqués,
esos zapatos blancos tan de fusilado,
tan de pasear ante el histórico foso
del histórico castillo de Montjüic
(ese castillo y foso tan de fusilados)
una brumosa madrugada de octubre
que nada anuncia salvo la nada y muerte que nada
deja.
Nada, salvo unos zapatos blancos
(blancos ya sabéis como de sportman)
que permanecen siempre intactos,
sin sangre, limpios y tan blancos,
en estos muros negros de tanta historia.
De Orilla
del tiempo, 2005.
Memorial de
ausencias [Poesía
2004-2015] Tigres de
papel, Madrid, 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario