domingo, 9 de febrero de 2014

A ANNA AJMÁTOVA LE DUELE EL (DEDO) CORAZÓN

Llegué a visitar al poeta
exactamente al mediodía, un domingo.
A. A.


Advierte el maestro que el amor
no inhabilita las huellas que ha dejado otro amor
en el camino sin follaje del bosque de N.
Hubo aquí niñas que reían.

Y sin que nadie lo subsane, la pasión satura
la raíz que abraza y retrocede a medida
que ignoramos quién nos ha besado, quién
nos traiciona al despertar.
Hubo aquí niñas que fantaseaban
con podredumbre y diademas.

Al hijo que cada día extraño más
se le han secado las palabras.
El que todo lo ve con sus disfraces turbios
se cansa de abrir y cerrar las ventanas de la casa,
hubo aquí un orden y estorninos.

Y ese amor, la planta trepadora que apaga
los ojos del peñasco, nos invade
como el sueño del idiota, nos urge a construir
entre dos cuerpos una ciudadela excelente
provista de arroyos y patrones.
Hubo aquí niñas que lloraban.

Hacia ninguna parte, es nuestra razón.

De: Luis Miguel Rabanal, en "Tres inhalaciones" (Amargord Ed. Madrid 2014)

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