jueves, 24 de octubre de 2019

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS (de Ándres Izu)


Foto: Google Images (Palomeras, Vallecas 1956)
Todos teníamos los mismos padres,las mismas madres,
sujetaba la puerta del hogar la placa del ministerio de la vivienda,
no habíamos nacido cuando estaba esa mierda,
somos hijos e hijas de otra mierda,
el olor a ducados,
la nevera del domingo,
la corona y el águila,
el calendario de transportes,
la televisión privada,
la síntesis,
la paga,
la pupila dilatada,
formación profesional,
las becas
y
la era virtual.

Teníamos el mismo padre,
el del tajo partido,
el del sofá intocable,
radio
quiniela,
tómbola
y
faria.
Teníamos la misma madre,
la que nombraba el hogar,
la que zurcía,
talón/rodillera/codera/escalera/espalda/portal
perfume
amoniaco
lejía,
media
de
nylon
y
sagrada familia.
Todos teníamos la misma madre,
la del luto interminable,
la de la crianza,
la que separaba las hostias
y
remendaba el calcetín.
Todos teníamos el mismo padre,
el que traía el pan
y
los
dos
huevos
encima
de
la
mesa.

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